Nueva novela se inspira en el Subcomandante Marcos
Juan Patricio Lombera sigue la tradición de Orwell, Bradbury y Huxley
Por ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
La ciencia ficción permite imaginar y escribir el futuro. El novelista mexicano Juan Patricio Lombera hace lo propio en su primera novela, La rebelión de los inexistentes (Ediciones Irreverentes), alegato de marcado carácter político-literario inspirado en diversas fuentes: los comunicados rubricados por el subcomandante Marcos en nombre del Ejército Zapatista de Liberación Nacional; la implacable realidad plagada de injusticias y sinrazón, y una tradición novelística, la de George Orwell, Ray Bradbury y Aldous Huxley. El resultado: una metáfora de la «marginalidad» que genera sin cesar el actual modelo de convivencia.
Lombera, nacido en el Distrito Federal en 1972, tuvo que elegir hace unos meses entre continuar con la investigación de su tesis doctoral sobre literatura hispanoamericana o dedicarse de lleno a escribir lo que ya es su primera novela. Prefirió expulsar de sus vísceras esa historia que no le dejaba dormir, inspirada en dos máximas personales, pero también implacables: las palabras de su padre, Enrique Lombera, quien le enseñó a «distinguir los sutiles matices que hacen que este mundo no sea tan bello como nos lo quieren hacer creer y como efectivamente pudiera ser», y los comunicados del EZLN, que «sirvieron de inspiración para este libro».
La rebelión de los inexistentes es, según el autor, una doble metáfora: la de la rebelión, que implica la necesidad vital de subvertir un orden establecido severo e injusto, y la de los inexistentes, esos millones de seres humanos que en su mundo fantástico sobreviven bajo criterios de esclavitud, miseria y olvido. En esa realidad, situada en el año 2059, todo el mundo habla un mismo idioma, no hay fronteras y la única moneda existente son los llamados universos, pero los marginados, los desempleados o los pueblos destinados a la muerte colectiva viven recluidos en desiertos o parajes fantasmas, a pesar de que son el motor de la subsistencia de ese «sistema idílico».
El joven novelista mexicano inicia su novela con una cita que se convierte a la postre en una inequívoca declaración de intenciones: se trata de un fragmento del libro Tierra de los hombres, del autor francés Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito, que dice: «Nos han cortado los brazos y las piernas y después nos han concedido la libertad de marcharnos. Pero yo odio esta época en que, bajo un totalitarismo universal, el hombre se convierte en ganado afable, educado y tranquilo. Y nos venden eso como un progreso moral!»
Lombrera explicó a La Jornada que »este libro está inspirado en la lectura de los comunicados del subcomandante Marcos, sobre todo en aquel en el que se refiere a la cuarta guerra mundial, pero en la novela también está muy presente la lectura de Marcuse y el hombre unidimensional».
El novelista añadió que La rebelión de los inexistentes también «es un alegato a la esperanza, pues creo que entre todos podemos hacer un mundo mejor, más allá de la severidad del orden establecido, pues en el fondo creo que la historia nace de una visión esperanzadora: la de la rebeldía de millones de personas frente a la injusticia y la ignominia. Pero la rebelión no es más que una metáfora de la marginalidad que provoca el sistema, un sistema del que pongo en duda su legitimidad puesto que las decisiones de los pueblos más desfavorecidos se sigue decidiendo en las oficinas del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial».
El libro ya está a la venta en México y es, según el autor, «una novela comprometida con esa realidad que me circunda, pues creo que si bien la literatura no sirve para solucionar los problemas, sí puede señalar lo que está mal, por eso creo que a pesar de ser ciencia ficción es una novela profundamente realista. Pero además creo que se desnuda este intento de poner en marcha un nuevo orden mundial, en el que si eres una amenaza para el sistema todo vale para aniquilarte».
De ahí que la metáfora de los inexistentes resulte tan contundente y actual: «Los inexistentes son los que después de la guerra nuclear (ficticia y orquestada entre Estados Unidos, Rusia y China) son trasladados a vivir a desiertos o sitios olvidados. Es una metáfora de la gente marginada, que son millones en la actualidad y que padecen situaciones similares. Pero se rebelan y lo hacen porque su situación es desesperada pero también para que el mundo se entere de que ellos también existen. Al final logran sacudir a la sociedad de su letargo y generan un movimiento universal en pos del reconocimiento de sus derechos olvidados. Pero también germina la idea de que los pueblos deben ser en todo momento la conciencia de los gobernantes, pues otro de los males endémicos de las democracias actuales es que es un modelo muy acomodaticio y en ocasiones cínico. La democracia tiene que oír la voz del pueblo».